Es un procedimiento que se ha hecho desde hace más de 20 años, con éxito creciente, y que en la actualidad se lleva a cabo en muchos hospitales de todo el mundo.
No es una solución para todos los problemas de corazón, evidentemente. De hecho, sólo puede llevarse a cabo en un muy pequeño número de pacientes que tengan menos de 55-60 años, con algunas enfermedades cardíacas muy determinadas que limiten drásticamente su esperanza de vida, a no más de 2 ó 3 años, que tengan todos los otros órganos vitales en excelente estado (particularmente los riñones, el hígado y los pulmones), que sean muy estables emocionalmente y que tengan una familia muy colaboradora.
Se trata de encontrar primero un corazón donante, que generalmente procederá de una persona saludable muerta en accidente, sin lesiones que afecten al corazón. Dicho corazón donante se transporta en una solución especial con toda la celeridad posible hasta el paciente receptor, cuya cavidad torácica ya estará abierta y sin el corazón enfermo. El nuevo órgano se pone en el sitio de aquél. El trasplante, como toda cirugía mayor del corazón, se hace bajo anestesia general, y la intervención suele durar varias horas, durante parte de las cuales, la función del corazón y los pulmones debe ser asumida por una máquina de circulación extra corpórea.
En muchos trasplantes de órganos, ocurre que el sistema inmune del receptor reconoce el tejido trasplantado como extraño o ajeno a sí mismo, y produce anticuerpos para atacar al "invasor". Por ello, después de los trasplantes de órganos hay que tomar medicamentos que suprimen la respuesta inmune normal (inmunosupresores), y algunos de ellos de por vida. Dado que disminuyen la capacidad del organismo de reconocer y resistir infecciones, debe ajustarse la dosis individual con todo cuidado.
Cuando un trasplante de corazón tiene éxito, la mayoría de los receptores se recuperan hasta llevar una vida relativamente normal. Un 80 % de ellos vive activamente al cabo de un año, y algunos receptores han vivido más de una década después del trasplante.
De cualquier modo, el procedimiento es complicado, y para que tenga éxito requiere un equipo muy bien organizado de especialistas en trasplantes y un paciente motivado. En casi todos los casos, hay que seguir viendo a los miembros del equipo de trasplantes de por vida, para el ajuste cuidadoso de las dosis individuales de medicamentos, el tratamiento de las complicaciones e, incluso, la realización de biopsias de corazón para vigilar la posibilidad de un rechazo.
Por todo ello, el trasplante de corazón sólo es una solución en los casos en los que es la única esperanza de vida y en los que haya probabilidades reales de éxito.
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